Cine Gallego

Más allá de la "zona de confort"

por Manolo González

A comienzos de siglo, la “zona de confort” del audiovisual gallego determinaba el estilo y forma del género documental. Los requisitos de financiación (Xunta) y distribución (TVG) prescribían temas y estilos narrativos, siendo muy pocos quienes osaron transitar fuera del marco institucional; su visibilidad era nula y quimérica la posibilidad de obtener algún tipo de apoyo financiero. El sistema no favorecía la emergencia de miradas propias ni en la producción ni en la distribución, por lo que el estilo mainstream del documental televisivo homogeneizó la producción gallega durante los últimos quince años, es decir, producir documentales para mantener “abiertas las instalaciones” y seguir produciendo en función de las circunstancias emanadas por la coyuntura política de cada momento en la “zona de confort”: La lógica de la empresa contra la lógica del film. Una tendencia no solo gallega como se analizaba en el francés Manifiesto de los 13: “Se pasó de una lógica donde la empresa de producción existía porque desarrollaba proyectos específicos, a una lógica donde la rentabilidad de la sociedad prima hasta inducir la misma necesidad de producir, simplemente para vivir como empresa”. El resultado está a la vista: la producción documental de últimos treinta años (desde el nacimiento de la TVG) -salvo algunas piezas de videocreación de los 80 o 90- hicieron creer a público, medios de comunicación y productores que un documental era “eso”: una narración televisada de” línea clara” independientemente de temas más o menos interesantes para públicos determinados. Fuera de esta zona de confort, el frío era intenso; solo algunos destemidos como por ejemplo Alberte Pagán se atrevían a internarse en territorios inexplorados, ante la indiferencia general.

Sin embargo en los últimos seis años, al amparo de la democratización de la producción digital y su capacidad de distribución planetaria por la red, emergió un “mundo paralelo” al industrial que animó a jóvenes creadores a producir individualmente propuestas que dialogaban de tú a tú con proyectos similares de creadores en otras culturas del mundo. En su momento (2006), la extinta Axencia Audiovisual Galega entendió la existencia de este caldo de cultivo de autores emergentes que pretendían desarrollar proyectos al margen de los corsés de la zona de confort industrial y en los que primaba la creación sobre los domesticados intereses del mercado. Las ayudas públicas al talento en cortos y largos encarnaron la primera oportunidad de trabajar con unas condiciones de mínimos. Aún recuerdo el discurso del pensamiento único del audiovisual gallego y las furibundas críticas de algunos productores autóctonos por la instauración de medidas de apoyo al margen del sistema oficial, por estimular exploraciones fuera de su “zona de confort”: “tirar el dinero público”, “no crean industria”,” morralla”, artistadas de autores egocéntricos”, “esas peliculitas no se verán en ningún sitio y no servirán `para nada”...etc... Sin embargo, los pequeños filmes avalados por la línea del talento han conseguido más reconocimiento internacional en prestigiosos festivales del mundo que la producción mainstream subvencionada-sin apenas relevancia industrial o artística-, aunque sigue resultando insólita la indiferencia del mundo cultural y mediático, ajenos a la trascendencia del fenómeno para la cultura contemporánea de Galicia.

Este nuevo documental es heterogéneo y polimorfo, como corresponde a su propia idiosincrasia: Documental de creación, cine no reconciliado, cine de no ficción, mutaciones…. Quizás el único cemento que relacione a sus creadores sea su apuesta rotunda por una mirada personal e intransferible sobre los temas que abordan, algunos de ellos también favoritos de escritores de la cultura gallega del siglo XX: el paisaje, el mundo rural, la emigración, la memoria, el devalar del tiempo…Son en definitiva temas sempiternos pero con una relevante carga de subjetividad personal y producidos en la periferia de la industria audiovisual convencional o la cultura oficial, inyectándoles aire fresco, divergente, arriesgado, en suma contemporáneo, marcando además una renovación generacional que aún no ha conseguido la relevancia que merece. Cada autor explora su camino libremente, al margen de cualquier interés comercial y el film epicentro alrededor del que todo se articula, sin dogmas, estándares, modelos de producción o cánones preestablecidos. Sus relatos son híbridos y mestizos, la ficción coquetea con lo documental y viceversa, poniendo en cuestión el tradicional punto de vista de la objetividad del género. Así pues, la creación deviene de nuevo a convertirse en exploración y búsqueda fuera de la zona de confort.

Es un camino que aún no se ha consolidado entre nosotros, pero el tiempo juega a su favor en una época en que la crisis sistémica audiovisual ha puesto en cuestión todas las certezas del modelo dominante. De mismo modo que en el fin de la era secundaria, los dinosaurios mueren, pero los pequeños mamíferos sobreviven. Parece que asistimos a un proceso inevitable que nos libera del hegemónico patrón clásico y coloca al autor delante de lo que pretende contar con los recursos de que dispone. A la manera de Bresson: La facultad de aprovechar mis recursos disminuye cuando su número aumenta.

A lo largo de su trayectoria PlayDoc se ha convertido en una marca referencial para los amadores de territorios más allá de la zona de confort, una cita imprescindible de celebración, encuentro y aprendizaje. La Galicia del futuro viene caminando con este viento. Celebremos, pues con orgullo este acontecimiento y compartamos los descubrimientos de los viajeros y exploradores libres de la siempre sorprendente realidad.

Zona de confort es un constructo psicológico que describe el espacio físico, psicológico o emocional en donde nos sentimos seguros y “cómodos” con nuestro modo de vida actual. El individuo no se plantea nuevos horizontes o riesgos y tiende a confundir su percepción de la realidad con la propia realidad.