Desde el 2009, siete jóvenes cineastas venidos de distintas partes se dan cita en Tui en el marco del festival Play-Doc para realizar el retrato filmado de siete habitantes del pueblo. Los mismos cineastas que se reencuentran con sus personajes, conviven con ellos y dejan, cada año, la huella del tiempo que pasa, para unos y otros. El laboratorio llega este año a su tercera edición con el retrato-deriva para seguir construyendo la imagen de ese “otro” filmado a través, en esta ocasión, de su relación con las personas que le rodean y que comparten su universo. El camino que iniciamos con el retrato-encuentro, que continuamos con el retrato-memoria llega así a una nueva pregunta: ¿Qué de cada uno de nosotros es visible en los demás? Ahora la cámara no apuntará directamente a nuestros retratados, sino que transitará por aquello que de él reside en los otros, aquello que éstos nos pueden devolver de él, como si de un eco se tratara... Un retrato derivado entonces, un paso más en la exploración entre los pilares y las grietas de ese gesto fundacional del cine documental, que nos planteamos experimentar y cuestionar desde que nos embarcamos en esta aventura conjunta.

Un año más. Un nuevo reto que tomamos con la misma energía, o mayor si cabe, ya que los lazos establecidos son ya fuertes y contienen el rastro de lo compartido a lo largo de este tiempo mediante la cámara. Y todo ello nos empuja hacia adelante, en las profundidades de esa experiencia intensa que concentra en una misma pincelada la búsqueda fílmica y la mirada que nos une, a cada uno de nosotros, con el “otro”, es decir con el mundo.

Por Marta Andreu, directora del taller.